EL BANQUETE de PLATÓN. LAS DISTINTAS PERSPECTIVAS DEL AMOR


"El banquete" o "El simposio" (en griego antiguo Συμπόσιον, sympósion) es un diálogo escrito por Platón (428 a. C./427 a. C. - 347 a. C), filósofo griego alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles. Escribió esta obra hacia el año 380 aC y dedicó íntegramente al amor. De hecho, esta obra es, junto con el "Fedro", la que conforma la idea del amor platónico.


El Banquete” nos hace retroceder en el tiempo hasta un momento histórico, hacia el año 380 aC, en el que el filósofo Sócrates explicaba a todo aquel que quisiera escucharle, su manera particular de entender el funcionamiento del mundo.

Se sabe que Sócrates no dejó por escrito ninguno de sus pensamientos pero su discípulo predilecto, Platón, se encargó de consignar negro sobre blanco en forma de diálogos, el corpus filosófico de su maestro, convirtiéndole en numerosas ocasiones en el personaje principal de la historia que explica, en un protagonismo compartido por otros personajes coetáneos de su tiempo, que también dejaron una huella más o menos reconocible, en la historia de la filosofía.



El Banquete” se inicia con el encuentro de dos amigos que hablan entre ellos y uno le cuenta al otro que ha asistido a un banquete que el poeta Agatón organizó para festejar su victoria en las fiestas Leneas del año 416 aC y al que invitó a una serie de amigos, todos ellos sofistas conocidos: Erixímaco, Fedro, Pausanias, Aristófanes, Alcibíades, Aristodemo, Apolodoro, Diotima (la única mujer que interviene en el diálogo) y por supuesto, Sócrates, el personaje que cuando habla, siempre dice la verdad pura y desnuda tal cual es. Tras el ágape, uno de los invitados, Erixímaco, propone a los asistentes debatir sobre Eros, sobre la influencia del dios en el sentimiento amoroso de las personas y de cómo puede afectar su vida. Los argumentos que ofrecen los comensales son tan variados como variopintas son las facetas del dios.



Fedro cree que Eros inspira valor, ya que sólo los amantes saben morir el uno por el otro y que de todos los dioses, Eros es el más capaz de hacer feliz el hombre.

Le replica Pausanias tajante, cuando argumenta que el amor, igual que los dioses, puede dividirse en amor del cuerpo (finito, limitado y destinado a no durar) y en amor del alma (infinito y duradero). “El amor es bello si es honesto”, argumenta el sofista con convencimiento.

Erixímaco afirma de acuerdo a su parecer, que Eros es el dios del orden, la conciliación y la medicina que restablece un cuerpo enfermo convirtiéndolo en sano. Por eso no se debe favorecer el aspecto vulgar del dios, puesto que se caería en el desorden, justo en el punto contrario a la templanza y la justicia que procuran una felicidad prácticamente perfectas. 

Por su parte, Aristófanes dice que Eros es el dios más beneficioso porque cura los males que impiden la felicidad. Introduce un mito que explica que hubo un tiempo en la tierra en que sus habitantes eran seres esféricos, con dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos. Existían entonces tres sexos: el masculino, el femenino y el andrógino, que era una parte de cada uno de los anteriores. Como eran fuertes y poderosos, esos seres desafiaron a Zeus, padre de todos los dioses y por eso, Zeus los dividió en dos mitades convirtiéndolos así en seres incompletos y condenándolos a buscar de por vida a lo largo y ancho de la tierra, la unión con su mitad perdida. Cuando se encontraban -si conseguían hacerlo-, esas dos partes ya no querían separarse más la una de la otra. Y además, esas uniones de partes podían ser entre hombres con mujeres, entre mujeres con mujeres y entre hombres con hombres.  El amor y razón de ser de Eros es el deseo anhelante de hallar la mitad perdida para poder completarse. 



Sigue después Agatón, organizador del evento, quien también expresa su opinión sobre el particular, convencido que Eros es el más bello de los dioses puesto que es el más joven. Es poeta, inspiración de grandes obras artísticas, justo y equilibrado en lo que a los deseos se refiere; pacífico y templado, engendrador de todo lo nuevo.

Sin embargo Sócrates, que es el último en hablar del amor por medio de Diotima, coincide con los anteriores en decir que Eros es el amante de lo bello, pero lo ubica en un punto intermedio entre la bondad y la maldad, entre la sabiduría y la ignorancia, entre lo hermoso y lo feo, otorgándole un espíritu de demon, a medio camino entre los hombres y los dioses. Lo dibuja dual, siempre ávido de belleza en cualquier forma que se presente, teniendo siempre en cuenta que la belleza del alma es más importante que la del cuerpo.



Concluye Sócrates por obra de Platón que “el amor consiste en querer poseer siempre lo bueno”. Sócrates quien pronuncia en su discurso, el verdadero pensamiento de Platón sobre la naturaleza del amor. El amor es una forma de necesidad que tiene un objetivo y su relación con este objetivo es de deseo, de exigencia. El amor anhela siempre el bello y bueno y por tanto, se convierte en algo intermedio entre el uno y la otra. Tampoco puede ser considerado un dios, porque si lo fuera no amaría, ya que en un ser perfecto es imposible que haya deseo o pasión. Por lo mismo, el Amor es un ser entre mortal e inmortal, un espíritu o daimon. Platón aclara: "Un dios no puede mezclarse con el hombre, pero mediante Eros se lleva a cabo toda relación y diálogo de los dioses con los hombres, despiertos o en sueños." 

Sea como fuere, lo cierto es que el amor suele ser la fase posterior del enamoramiento y éste es un estado emocional en el cual, una persona se siente atraída por otra hasta el punto de buscar, incluso con ahínco, una unión mental, corporal, vital y sexual con esa otra persona, deseablemente duradera en el tiempo y en principio, con fines procreativos. Además, es el sentimiento más elevado, exaltado, irracional y alocado que las personas pueden experimentar, que cambia su estado físico y anímico y desata un torrente de reacciones químicas incontrolables y placenteras. Es como quien descorcha una botella de champán y el tapón sale volando por los aires al tiempo que el líquido fresco y delicioso, se escapa a presión por el cuello de la botella. ¡Es la señal de la fiesta!... 






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